Invierno: ¿Conciencia o disfrute?


Llueve y usted duerme... Suena la alarma que indica despertarse. Hace mucho frío y no provoca hacerlo. No le culpo. Sobre todo en los sopores del caribe, donde disfrutar de una temperatura menor a 30 grados centígrados sólo es posible cuando se come un cucurucho, de esos que solemos llamar raspao...
Mientras usted duerme, varios kilómetros al norte una convergencia de nubes gira y gira a velocidades espeluznantes. Bien decía el viejito de canas conocido como Einstein que todo es relativo: Claro, si viendo las fotos de un satélite no deja de parecerse a un ringlete de aquellos que los niños soplan mientras juegan en un parque.
Sin embargo, nuestra inconforme naturaleza también hace quejarnos de tanta precipitación. Y entre tanta pesadumbre, llueve. Algunos se quejan, algunos disfrutan. Pero, otros padecen.
La conciencia salió a cantar bajo la lluvia mientras dormimos...
Permítame despertarle de su confortable situación. Cuando despierte, tenga en cuenta que otros lo han perdido todo y que su humanidad no se reduce a mirarse en un espejo, acicalarse y... En fin, no se reduce a usted.
Agradezca a quien quiera o pueda por pernoctar bajo un techo y abofetéese con la vivencia de aquél que padece y tenga el deber de congraciarse con él. Para tanto frío, la calidez humana no deja de ser el mejor remedio.
No sienta lástima, pues de ello no va el asunto. Es reflejarse en la realidad del otro. Nada más, nada menos.
Y de paso, eduque. Cree conciencia a quien está hostigado. Porque no se trata de crear el mal hábito de siempre esperar. La condición de ser humanos no es sólo la de despertar humanidad sino de forjar carácter, tener convicción. Luchar. Después de todo, la adversidad se mitiga mejor juntos. Unidos.

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