Mundiales a cuatro ojos: Los leones indomables


Recuerdo que, cuando tenía cuatro años, mi padre me había iniciado en las lides futbolísticas y me sentó frente a un televisor. Era un verano, de 1990.
Animado ante una pelota de fútbol que subía como un globo por la rendija que le permitía el techo del estadio en el que se jugaba el primer partido, sentí que lo que veían mis ojos era algo grande, hermoso. Gentes que se abrazaban, se sonreían, eran felices.
En cuanto al partido, jugaba el campeón defensor. La Argentina de un tal Maradona, que para mi ignorante mente infantil era un jugador más. Un actor más de todo el espectáculo que contemplaba. La pantalla mostraba once hombres más. Negros. Africanos. Vestidos de verde, rojo y amarillo. Bajo ellos, la televisión mostraba una palabra que jamás había visto hasta entonces... "CAMEROON".
La leí tal cual. El inglés existía para mi pero no su pronunciación, creo. ¿De qué parte del mundo habrán salido?
Sometido a la corriente de entonces, se suponía un juego bastante fácil para el defensor del título. Así lo creí. Pero lo que ocurrió hora y media después también me transportó a la corriente. Estupor. Estupefacción. Aquellos ignotos hombres de África habían vencido, dando la campanada de lo que llegarían a ser capaces. Nunca imaginé lo que vendría después.


Fotografía tomada de Fifa.com

Mi primer mundial de fútbol había comenzado pero yo esperaba a los muchachos que defendían los colores de mi patria en el verde rectángulo. La emoción y la ansiedad dieron paso a la alegría y a la esperanza después de conseguir el pase a la siguiente ronda de la competición luego de un duro partido ante el equipo germano, futuro campeón del torneo. (Eso es otra historia).
Aquellos hombres de África, eran el rival a vencer. 'Alemania no nos pudo ganar! Será fácil!' Inocente... Cuatro años son una corta visión del mundo...
Aguantamos -ya era uno más vestido en cortos- noventa minutos. No fue fácil... Y vino la rabia. La desazón.
Fue tanta mi frustración cuando veía a aquél negrito bailando en el banderín de córner tras haber anotado, que llegue a odiarlo. Aún más cuando la televisión lo mostraba sonriendo.



Dos goles contra uno... Aquellos hombres de verde, con una figura que capturaba mi curiosidad en su camiseta, vencieron.
Los leones indomábles. Así conocí tiempo después a aquella selección que de África hizo historia en las Copas del Mundo. A pesar de la rabia de aquél entonces, se convirtiéron en uno de mis preferidos. Sin embargo, mi visión del fútbol no volvió a ser la misma. Claro, sólo hasta 1994... Pero, esa es otra historia.

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