Maldito soroche


Las circunstancias de la vida (Gracias!) le han permitido a quién les escribe hacerlo desde la antigua ciudad del zipa, hoy capital de la República de Colombia. Vamos, que de veras he podido comprobar que se encuentra cinco mil dos mil seiscientos metros más cerca de las estrellas, como cita la propaganda gubernamental.
He dejado que el frío me pueble hasta el tuétano pero, no por ello, ha dejado de ser una oportunidad espléndida que estoy dispuesto a disfrutar.
Sin embargo, existe algo en el ambiente que no ha dejado de recordarme que soy un hombre de costa. Y es que crecer en un ambiente húmedo y con una baja presión atmosférica, no deja de afectar a quién poco suele visitar alturas.
Los antiguos pobladores de los Andes le llamaban soroche. Aunque no me agrede toda su sintomatología, le reconozco cuando bajo mi cabeza o, cuando subo a un ascensor...
O tal vez, es que estoy perdiendo la cordura... En fín, el maldito soroche no me va a detener.
Gracias Vida! Gracias por traerme aquí!

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